Arco Iris, alitas, guías pioneras y fuegos

Tres dedos alzados: “promesa conmigo misma, con el grupo y con el mundo” y los dedos gordo y meñique unidos como símbolo de que el fuerte ayuda al débil.

Doce monitores conforman el Kraal-palabra zulú para reunión de jefes-con cinco ramas por edades. Trabajan la responsabilidad personal y una actitud positiva con 80 integrantes entre 7 y 18 años. Tienen una lista de espera y cuentan con una subvención municipal que no recibían en varios años.

El guidismo se concibe voluntario, el equipo no cobra, funciona con otra lógica, Elisa García Mingo es antropóloga y la veterana del equipo “somos gente formada y creemos en lo comunitario, en la igualdad, el respeto a la Naturaleza”. “Somos gente de aquí, nos conocen, pero no cuentan con nosotros. Se mira como competencia de la Casa de la Juventud. No se sabe qué hacer con el voluntariado, en Italia o Bélgica están articulados con protección civil. Aquí solo se entiende a la familia como comunidad”.

Blanca Gordaliza, 19, estudia periodismo y Guillermo Benlloch, 20, bellas artes. Son monitores y como casi todos comenzaron en la primera rama con 6 años. Provienen de familia scout. “Esto encajó mucho conmigo, me fascinaba, creo que el mundo puede cambiarse, puedo seguir jugando¡. -dice Blanca. “Me ha hecho ser como soy, ayuda a las relaciones personales. Lo competitivo desprestigia el disfrutar, aprender”
Y, las familias están muy convencidas: “mi hijo es más persona” “quiero que mi hija viva la experiencia que yo tuve como guía” “Todos los sábados traigo a mi hijo desde Humanes a 140 km, no me importa, porque me gusta este ambiente y porque él quiere conservar a su amigo de la infancia” “hay que apoyar este trabajo tan valioso que hace este grupo”.

Lucía Oliveras