Juan Moral, cuando la piedra cobró vida

Cuenta que la piedra le llegó como una “revelación” durante un viaje, en un momento en el que la pintura que hacía quería ya salirse del cuadro y sus esculturas buscaban renovarse, y encontró en el material pétreo el elemento perfecto para aunar textura, expresividad y fuerza. Surgieron así sus “litospacios” allá por los años ochenta, en los que la composición y los colores de ágatas, mármoles, cuarzos, amatistas y demás minerales establecen un peculiar diálogo con el espectador. Sus originales obras se integran también en la arquitectura, y ha realizado litospacios en grandes murales para el interior y el exterior tanto de viviendas particulares como de edificios públicos, así como para platós de televisión.

Con una expresividad que se evidencia en sus gesticulantes manos y en el entusiasta brillo de su mirada, Juan nos va descubriendo los rincones espléndidos de su particular refugio de Torrelodones, donde crecen hace un par de décadas los olivos de su tierra natal, Jaén, antaño tan retratados por su padre, el pintor Manuel Moral. Sensible y amante de la belleza, el escultor ha desplegado en su entorno todas sus dotes de paisajista, con sus esculturas integradas en la naturaleza, utilizando sugerentes elementos como las piedras, el agua o la hiedra que cubre los muros de su vivienda, para lograr un ambiente mágico y armonioso. Caminando por el jardín pareciera que la música, siempre presente, emanara de las rocas y de las propias esculturas, tan grande es su capacidad de comunicación.

En su evolución, Juan vio cómo su materia prima, la piedra, atendió al reto del movimiento y se levantó, se combinó con el metal para crear formas y volúmenes, piezas con “Tensiones y equilibrios”, tal y como fueron exhibidas por primera vez en la galería madrileña Rayuela en los años noventa. Pero seguían vivas sus esculturas, y quisieron más torsión: en sus “Geometrías orgánicas” las formas se retuercen, los cilindros se vacían y aparecen con incrustaciones de piedra y con recortes, tal y como vemos en el cercano “Monumento a la historia de Torrelodones” que guarda la entrada de nuestra Casa de Cultura. En esta ocasión se valió de un cono invertido de acero oxidado en el que integra y recrea a base de minerales elementos característicos de nuestra historia, como la Torre de los Lodones, el puente romano de la Alconzorra, el Canto del Pico o la Iglesia de la Asunción, que se van descubriendo dependiendo del ángulo de visión del espectador, así como de la iluminación del momento.

Entre su obra más reciente se incluye su colección “Estelas iberas”, una serie de esculturas de hierro con volúmenes geométricos vaciados que incorporan grafismos del alfabeto íbero. Pero son quizá sus obras de grandes dimensiones las más impresionantes, las que han dado vida a espacios públicos de la geografía española, como el “Monumento al pescador”, en Algeciras, el “Monumento a los pueblos iberoamericanos”, en Coslada, o “Elevación” en la Universidad de Jaén, por citar sólo algunas.

Trabajando en su taller, rodeado de sus monumentos a pequeña escala – de los ya construidos y de los proyectos que aguardan su momento –, de los litospacios que hacen exclusivas sus paredes, de infinidad de piedras de todas las texturas, tamaños y colores, este escultor sigue explorando su mundo interior, atento a la actualidad de su tiempo, cuidadoso con los placeres cercanos (como recoger los tomates de su huerto, reunir a sus amigos en torno a una buena comida, contemplar cómo crecen los polluelos de sus pavos reales..) e inagotable en su inspiración.

“Arte integrado”, libro que compila parte de la obra de Juan Moral, ha sido editado en abril de este año por la Universidad de Jaén. Incluye valiosos textos de reconocidos arquitectos, doctores o profesores del mundo del Arte, como los arquitectos Pedro Moleón, Ricardo Garrido, Eloy Minguito, Rafael Sáiz o Francisco Moral, el poeta Manuel M. Roca y los doctores en Historia del Arte, Gabriel Ureña y Pedro Galera, entre otros.

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